Me tomo un descanso de la ingrata tarea de corregir Selectividad para explicar mis sensaciones sobre esta película. Agarraos que se avecina un rollo.
No es ya un secreto mi admiración por Superman. Si bien es cierto que ésta se basa más en el icono. Es decir, me atrae lo que significa el escudo, posiblemente uno de los símbolos más reconocibles de la cultura popular. Y es, ni más ni menos, que la esperanza. Una de las claves del viejo mito de Superman es la de la creencia en lo mejor de nosotros mismos. El Último Hijo de Kripton, desde su posición como alienígena, observa a la humanidad y cree en ella, se convence de sus virtudes, y decide inspirarla a dar lo mejor de si misma. Eso es lo que me gusta del personaje, por eso la s es desde hace tiempo una especie de fetiche personal. Qué queréis que le haga. Hay quién lleva a los exámenes una estampita de Santa Ángela de la Cruz. Yo he llevado la S en prácticamente todos los momentos de mi vida en los que necesitaba un asidero moral para superar los nervios y dar lo mejor de mi mismo. Y hasta ahora ha funcionado.
Tengo además, como casi todo el mundo de nuestra generación y entorno social, una ligazón sentimental con el personaje porque, mucho antes que Star Wars o Indiana Jones, mi película favorita fue Superman: The Movie, y la alquilaba una y otra vez cuando me podía enfermo, para desesperación de mi madre. Bueno, siendo sinceros, siempre me gustó más Superman II, pero ya me entendéis.
Con todos estos antecedentes, es fácil suponer que esperaba con ansias, y con cierta suspicacia, la nueva versión del personaje. Sobre todo después del fiasco de Superman Returns (que, reconozco, me emociona, aunque por momentos resulte aburrida). Tenía tantos motivos para la esperanza (Nolan) como para el puro descreimiento (Snyder).
Entonces, ¿cuál es el veredicto? Pues debo reconocer que todavía no lo tengo claro. Es decir, la película es buena le pese a quién le pese. Está muy bien rodada. Emociona en muchos momentos y la última hora resulta frenética, hasta el punto de la extenuación. ¿Cuál es entonces el problema? Pues en primer lugar, la extraña esquizofrenia de la que sufre, fruto de las diferentes cualidades artísticas de productor (Nolan) y director (Snyder). No en vano, la historia alcanza momentos de genuina grandeza cuando la cinta está dominada por las maneras nolanianas (toda la hora y media inicial). El resto, cuando Snyder muestra quién es de verdad, desmerece un poco. Explosiones, destrucción sin medida, hostias como panes y casi ni un solo momento para tomar aire. Ahí, todo el viaje emocional explorado en la primera mitad desaparece por completo y la película se convierte en un verdadero blockbuster. Muy entretenido, increíblemente entretenido de hecho, pero la disociación es evidente y resta brillo al conjunto.
Por otra parte, hay un problema de fondo mucho más importante. Henry Cavill compone un gran Superman, eso no vamos a negarlo. Es una puesta al día totalmente válida del mito, atreviéndose a alterar incluso algunos de los aspectos que creíamos inherentes al personaje (por ejemplo, su sacrosanta doble identidad). Vamos, que me lo creo totalmente como el Hombre de Acero.
El problema viene de parte del guión. La esencia de Superman es el altruismo elevado a la última potencia. Por tanto, ¿por qué no salva absolutamente a nadie en toda la maldita película? Cuando su presencia se revela se limita a ostiar a diestro y siniestro, lo que no está mal. Pero si entre tanto puñetazo hubieran intercalado alguna escenita de salvamento, que nos mostrase la genuina preocupación de Superman por la humanidad, entonces la cosas hubiera quedando redonda. No estoy seguro de que la gente termine de comprender la grandeza del primer súper héroe con esta película como nosotros lo hicimos con la versión de Donner. Superman debe ser siempre un modelo a seguir. La luz que guíe el camino. Y en esta versión...hombre, pues no lo parece tanto. Bien es verdad que es una historia de origen y, como tal, se muestra dubitativo e inseguro. Quizá en la secuela se muestre mucho más seguro de si mismo, más consciente de su papel como guía. Quién sabe.
Por lo demás, es una película muy recomendable. Entretenida, frenética e incluso emocional. No entiendo los comentarios que la tildan de fascista (The Dark Knight Rises me resultó muchísimo más reaccionaria y nadie dijo nada), ni la supuesta frialdad que desprende (yo me emocioné en un par de ocasiones). Es una grandísima película de superhéroes, de eso no cabe duda. Como representación del mito...No sé, quizá es que uno tenía las expectativas muy elevadas. O eso o, precisamente por ser un mito, ninguna aproximación a él me resultará válida salvo la mía propia (eh...buena idea...).
En fin. Que no dudéis en verla. La vais a disfrutar de verdad.
Superman ha vuelto, chicos. Espero que algún día Hugo flipe con él tanto como yo lo hice en su momento con Christopher Reeve.
Os dejo con el nuevo temazo principal de la banda sonora.
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