Un defecto propio de los profesores (y por profesores me refiero a mi) es subyugar el paso del tiempo al calendario escolar. Es decir, que para los que nos dedicamos a la labor docente, el año empieza con el nuevo curso y termina a princpios de Julio. Queda el trámite de Septiembre, pero son apenas varios días, y lo verdaderamente importante de ese mes es saber a qué demonios (en el sentido literal de la palabra) vas a tener que enfrentarte en los siguientes nueve meses. Así que, para mí, el año acaba de terminar. Feliz año nuevo a todos. Y como en todos los fines de año, es lógico y apropiado hacer memoria de lo acontencido. Así que, como este es un blog primordialmente musical, yo voy a dedicar una serie de posts a reseñar los discos que más me han impactado en este curso 2008-2009, sean o no de rock.
Y empezaré con el disco que, le pese a quien le pese, más me ha gustado de este año. O al menos es al que más cariño le tengo. Lo cual, por otra parte, es paradójico, porque lo descubrí hace poco más de un mes y medio.
El grupo (del que ya se ha hablado en este blog) es No More Kings, y el nombre del disco ...And The Flying Boombox. Se trata del segundo trabajo de su carrera, siendo el primero todo un exitazo allende los mares. Y no era para menos. No More Kings son básicamente el proyecto de un tal Pete Mitchell, y nació para hacer un homenaje a hitos de la cultura pop. Así, en su primer disco el tema de las canciones variaba desde Karate Kid (en el super video Sweep The Leg) a Michael Knight, el conductor del coche Fantástico. Todo ello en clave de Funk con muchos toques rock y pop. Es por tanto comprensible el éxito que tuvo entre los pertenecientes a determinada generación (entre la que me incluyo) a la que todos esos temas les traía miles de recuerdos a la cabeza.
Este segundo disco es algo diferente. Los toques funk son más evidentes que nunca y los temas ya no desvarían sobre la cultura pop (al menos no tan explícitamente, pero hay por ahí una carga importante de frikismo, como queda patente en Critical Hit, tema en el que describen una partida de rol o en la canción dedicada a Número 5, el robot de Cortocircuito). Lo que no ha cambiado es lo bien hechos que están y el buen rollo que despiertan. Porque No More Kings es básicamente eso, buen rollo. Son temas divertidos y bailables, sin más complicaciones. No creo que pretendan cambiar el rumbo de la música, ni hacer algo profundo y trascendental. Tan solo divertirte, entretenerte y hacerte bailar (en caso de que bailes). Y maldita sea, eso lo consiguen con creces. Es el disco que recomendaría a todo el mundo para sacudirse de encima la melancolía en estas fechas veraniegas. No en vano se disfruta más en compañía.
Musicalmente beben mucho de Michael Jackson. Eso es evidente. Aunque tienen por ahí ciertos toques rock y una carga pop que es mucho más clara en este segundo disco (con temas como Something to Hide que, dicho sea de paso, es una auténtica maravilla).
Sea como sea, es un disco que recomiendo fervientemente para echar un rato divertido. Si es posible, en compañía. De qué tipo ya lo dejo a la elección de cada uno. Yo, por mi parte, despido esta entrada de la crónica musical del año . Hasta otra.
Os quiere, TRock.
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