jueves, 11 de marzo de 2010

Una reflexión.

Tiendo a pensar, presuntuoso como soy, que una mujer bonita sonríe más cuando me sonríe a mi, y se sonroja más cuando el halago viene de mi boca. Y aunque luego me golpee la cruel realidad, ¿quién me quita la sensación de ese momento en que creo que soy el centro de su mundo?
Qué demonios. Ahí va, por todas las mujeres bonitas:






1 comentario:

Julián dijo...

No está nada mal, por fin un tema que se puede permitir la osadía de deleitarme, junto con el anterior de "Los Caniches".

Bravo, pero aún te que da un largo camino por recorrer...