martes, 22 de junio de 2010

Un final de cuento. Trock.

Como en la escena final de la Guerra de las Galaxias.
Ya sabéis, cuando Han y Luke desfilan entre los soldados en formación y luego son coronados por Leia mientras suena una música emocionante. Cuando éramos niños, todos nos emocionábamos irremediablemente. Queríamos ser Luke o Han y formar parte de la ceremonia, ser recompensados después de haber logrado tan difícil victoria sobre el Imperio.
Quién iba a decirme que con 30 años terminaría por vivir un momento parecido, solo que en la vida real.

Ayer fue la despedida de los alumnos de 4º de Eso y, como pasara con la de Segundo de Bachillerato, se hizo una ceremonia con escenario, diplomas etc. En esta no tuve que hablar, pero como también pasara con la de Segundo, sí hablaron los niños. Y aunque ya había sido emocionante todo lo que me dijeron aquel día, lo de ayer fue especial. Quizá porque yo no estaba mediatizado por los nervios del discurso o quizá porque ha sido esta vez cuando he estado mediatizado por el inevitable final de curso, final de etapa y llegada de oposiciones.

"Tú has hecho que nos sintamos orgullosos de nosotros mismos", me dijeron. Y no puedo imaginar nada que exprese mejor el trabajo que he llevado a cabo con ellos. Cuando los conocí todos tenían un concepto terriblemente negativo de ellos mismos. Eran la clase de los torpes, de los tontos o incluso de los retrasados, como ellos mismos se decían. Y me esforcé por hacerles ver que eso no era sí. Y parece que lo he conseguido. Todos, absolutamente todos, se han graduado. Posiblemente ninguno va a seguir estudiando, pero eso da igual. lo importante es que ahora encaran el futuro con más confianza en si mismos. No puedo vaticinar qué será de ellos. Pero me gusta pensar que les va a ir bien. Y si yo he contribuido en algo a ello, puedo darme por absolutamente satisfecho.

"Con tus explicaciones conseguías que nos transportáramos al momento que estábamos estudiando", me dijeron. ¿Y puede pedir más un profesor de Historia? Esto lo dice todo. Luego me hicieron subir al escenario y me regalaron un llavero, un ramo de flores y una banda en la que podía leerse: al mejor maestro. Casi como si fuera una miss. Tiene narices. Pero dadas las circunstancias, no voy a ponerme puntilloso. Y además, me da igual. Porque allí arriba yo solo podía pensar en la citada escena de la Guerra de las Galaxias. En que yo era Han o Luke y había conseguido mi victoria sobre el Imperio. Esta ha sido mi recompensa tras un año muy, muy difícil.

Y cuando pienso en todas las dudas que me han asaltado este año, en todos los errores que he cometido, empequeñecen y se quedan en nada. Simples lecciones de vida. Después de lo de ayer, entiendo que algo habré tenido que hacer bien, ¿verdad?

Ea, va por mi:


2 comentarios:

NvN dijo...

GRANDE, amigo mío, GRANDE!!!

Merecido lo tienes, enhorabuena, y a ver si enseñas fotos con la banda y el ramo de flores...seguro que estás monísssima, jajaja

Conociéndote, te temblaría el pulso más que a un enganchao jajaja

NvN dijo...

Inmejorable elección de tema chaval...

De nuevo, GRANDE !!!