Los miembros de esta comunidad blogera me conocen de sobra como para saber que si algo me caracteriza es que pienso más de lo que debería y actúo menos de lo que me gustaría. Bueno, eso y que me enrollo cual persiana de esparto en los posts. Esto no pienso cambiarlo, que ya me cuesta bastante contenerme. Lo primero sí. Estoy en ello, vamos. Y creo que voy por buen camino.
Sin embargo, mientras lo consigo, no he podido evitar enfrascarme en una de mis diatribas mentales, surgida a partir del anterior post sobre comics.
TRock buscando respuestas en el alcohol.
Me explico. Después del debate Mcfarlen Sí-Mcfarlane no que tuvo lugar en los comentarios, me he dado cuenta de que no me gusta absolutamente nada de lo que se hace en el comic actual. Mcfarlane, como he dicho, me parece un auténtico bluf. Prácticamente no tiene sustancia y nunca me cansaré de decir que ese tío, pese a saber dibujar, no tiene ni puñetera idea de narrar un comic.
Sí señor, eso es narrativa. Todo primeros planos y el que quiera entender algo que le den. Que para eso soy Mcfarlane.
Neil Gaiman, por su parte, me parece tan pagado de si mismo que me resulta imposible leer algo suyo. Lo último que intenté fue Stardust y tuve que dejarlo a la mitad. Dios, que pestiño. Alan Moore es Alan Moore, el tío es genial, pero ya no volverá a hacer nada tan bueno como sus dos obras maestras: V de Vendetta y Watchmen.
No me miréis así chicos. Que os estoy defendiendo.
No me atraen ni Hellblazer ni Predicador. Los Superhéroes, por lo general, me resultan cansinos, con historias, en su mayoría, mal contadas y dibujadas de cualquier manera. Maldita sea, si no me interesa ya ni Spider-Man. Y todos sabéis que siempre ha sido mi personaje de cabecera (junto al bueno de Indy, claro).
El cómic europeo me parece pretencioso, aunque reconozco que hay una serie que me gusta: El Escorpión, una espectacular historia de capa y espada. El problema es que sale un número cada seis o siete meses. Eso sí, el dibujo de Enrico marini es sencillamente increible. Y encima sabe narrar (chupaos esa, enfervorecidos fanáticos de Mcfarlane).
Esto sí que es un comic. Aprended NvN, Mr. Satán y Sawyi (a partir de ahora te llamaré así, te guste o no). Y el tío es tan chulo que encabrita al caballo. Con dos cojones.
Del independiente americano no me atraen sus maneras y lo que cuenta, directamente, me da igual. Los mangas siempre me han repelido (salvo excepciones que tienen que ver más con la nostalgia que otra cosa, como Dragon Ball).
Últimamente ni tan siquiera se me pasa por la cabeza ir al Nostromo. Me paseo como un fantasma por la sección de comics del Fnac sin mirar nada en concreto. Solo me gustan los clásicos, a los que vuelvo una y otra vez. Y lo que antes encontraba en los comics trato de buscarlo inconscientemente en otros medios.
Así que me planteo una duda. Bueno, varias en verdad. ¿Me estaré volviendo un cascarrabias? ¿Un inconformista? ¿Será la edad? ¿La madurez? ¿O será que en el fondo nunca me han gustado los comics?
Puede que sea eso. A lo mejor lo único que me ha gustado siempre es un tipo de historia o de mensajes que ahora encuentro en otros sitios. A lo mejor es solo una etapa, y dentro de unos meses vuelvo a dejarme mi dinero de manera entusiasta en historietas de tíos en pijama.
Sea como sea solo sé que hace muchos meses que no leo un comic. Y puedo vivir perfectamente sin ellos.
Que me aspen si eso no me asusta.