domingo, 4 de abril de 2010

UNA PEQUEÑA LECCIÓN DE HISTORIA.


Vale, como es mi blog y soy profesor de Historia, voy a contar una cosilla que he leído. Pero tranquilos, que no voy a aburriros con una plúmbea descripción de acontecimientos que no le interesan a nadie. En su lugar voy a relatar solo una pequeña anécdota que, creo, tampoco interesará a nadie.

Recientemente he iniciado la lectura de un libro que tenía pendiente: Milenio, de Tom Holland. No, no tiene nada que ver con la famosa novela. Es un ensayo sobre la Europa del siglo X y las leyendas del fin del mundo que turbaban el ánimo de los europeos a medida que se acercaba en año 1000. Y aunque os suene aburrido, el libro es apasionante. A mi por lo menos me encanta.

El caso es que, para quién no lo sepa, allá por el año 950, lo que había sido el imponente imperio de Carlomagno se hallaba dividido en dos: la Francia Occidentalis (la actual Francia) y la Francia Orientalis (que vendría a ser las Alemania e Italia actuales), ambos reinos con sus problemas y sus dinastías propias. Por la fecha que he mencionado, la Fracia Orientalis había sido reunificada bajo el mando de Otón I, un rey de gran autoridad que se veía a si mismo con un lejano heredero de Carlomagno y como el salvador de la cristiandad. Tanto es así que portaba a todas sus batallas la Santa Lanza, una reliquia que había pertenecido al antiguo emperador franco, y de la que se decía hecha con los clavos de Cristo. Y sea o no por ella, lo cierto es que consiguió cierta estabilidad en un mundo turbulento y violento. Sin embargo, el reino estaba amenazado por los terribles Húngaros, un pueblo pagano, muy sangriento y belicoso, que arrasaba una y otra vez las tierras fronterizas. Tan crueles eran, y tanto los temían, que se corrió el rumor de que eran las huestes del Anticristo.

Un dibujo de la época que representa al tal Otón, y tres fotos de la Lanza con los diferentes recubrimientos que tiene.

Allá por la década de los 50 del siglo X, Otón había infringido varias derrotas a los húngaros. Y estos, que no estaban acostumbrados a perder, reunieron un numeroso ejército y procedieron al intento de conquista total del reino de Otón. Invadieron el ducado de Bavaria justo cuando el rey enfrentaba una serie de revueltas internas. En mitad de todo esto, consiguió reunir un exiguo ejército que no era ni la sombra del de los invasores. Pero allá fue, directo a la batalla, portando la Santa Lanza consigo. La idea de Otón era sorprender a los húngaros a orillas del río Lech y convertir la sorpresa en su mayor baza contra la superioridad numérica de los enemigos.

Pero estos se adelantaron. En el amanecer del día de la batalla los húngaros rodearon y diezmaron el ejército de Otón. Los supervivientes se retiraron y reagruparon. En aquel momento no eran más que un grupo de hombres muertos de miedo, heridos y desanimados, acosados por las flechas y la terrible apariencia de los Húngaros. Entonces, con una confianza en si mismo arrolladora, Otón se vuelve hacia ellos, desenvaina su espada y los conmina a hacer lo mismo. Y les dice:

-¿Quién somos para rendirnos ante un enemigo como este? ¡Nosotros, que deberíamos avergonzarnos solo con pensarlo! ¡Nosotros, que somos los dueños de casi toda Europa!

Ordenó atacar. Y atacaron. Lucharon encarnizadamente contra un enemigo a todas luces superior. Y quién sabe, quizá fue la lanza, puede que la determinación de su rey o el hecho de que su caballería portaba armadura mientras los húngaros no sabían ni qué era eso (esta posibilidad, reconozcámoslo, le quita gracia al asunto), pero lo cierto es que vencieron. Toma ya. Con dos huevos. Perdonadme le expresión, pero es que lo estaba imaginando mientras lo leía y no he podido evitar emocionarme. Casi como si estuviera viendo Braveheart.

Es lo que tiene la Historia, que de cuando en cuando te sorprende con una historia emocionante.

Y como tengo el espíritu guerrero exaltado, adornaré la anécdota con una alegre tonada que si no es la que escucharon los guerreros de Otón después de la batalla, debería haberlo sido.

He dicho.




4 comentarios:

Satan Rocker dijo...

Te concedo el beneficio de tu profesión, pero has podido abrir una puerta a futuros post que espero no nos arrepintamos.
La historia me recuerda a la que nos contaba don Adolfo sobre Henry V y Saint Crispin ´s Day que tan bien supo relatar maese Shakespeare.
Por cierto que a tenor de esta flamigera canción y su efecto en mi animo propongo hacer lema de este nuestro blog mi tan amada frase del susodicho relato del Rey Ingles:

"We Few, We Happy Few, We Band of Brother"

TRock dijo...

Hombre, ha sido algo puntual. Es que después de leerlo me imaginé que es el tipico suceso del que se hacen pelis y grupos como Manowar canciones (aunque el nombre de Otón en una canción puede quedar cutre). Por eso lo he puesto. No se volverá a repetir. Y mola bastante el lema, si hay consenso, yo apoyo la moción.

NvN dijo...

Amigo mío, Epístolas como estas son las que hacen de la historia un lugar tan rico y de secretos tan profundos como el que llevó a mi padre a engendrar a Loki jajaja

Me ha gustado la historia...y entono desde los Atrios de Valhalla 3 Hail por esa tonada !!!

HAIL HAIL HAIL..brothers everywhere, rise your hands into the air, we´re warriors, WARRIORS OF THE WORLD !!!

Unknown dijo...

Por Satan que asi sea!!!