Llega un momento en que uno debe enfrentar su reflejo en el espejo de la vida y comprobar si la imagen devuelta corresponde a un niño a un adulto. Es entonces que uno pone a prueba su valentía y descubre si es capaz de cruzar la frontera definitiva y comenzar el viaje sin retorno hacia la madurez. Si tiene suficiente coraje como para cargar con el pesado fardo de la responsabilidad.
Crecer, amigos míos, es una pregunta que no halla respuesta si no se formula.
Y cuando se hace, uno va y se compra un coche.
Efectivamente, queridos amigos. Todo este rollo tiene como fin anunciar que me he comprado un coche. Mi primera compra. Mi primera trampa. Así que supongo que ya soy, oficialmente, un adulto, o al menos algo que se le parece (si bien, el señor Sawwyer dice que cuando uno es profesor, ya se es adulto irremisiblemente; lo que no sabe es que cuando se es contable, aun de manera provisional, se es más adulto aun, es algo que no tiene discusión).
Hubiera sido de mi agrado ilustrar el post con una foto del susodicho vehículo, pero como por ahora no dispongo de ninguna, se me ha ocurrido otra manera de honrar el que será el coche “aoriano” por excelencia (que diría NvN): un “High Fidelity” sobre viajes de carreteras. Es decir, quizá el único placer que conlleva conducir es abandonarse a la libertad que da la carretera en un viaje largo y acompañar con buena música esos momentos en que nuestra existencia se convierte, quizá por única vez de manera exclusiva, en un avance imparable. De todas maneras, no descarto mostrar una imagen del coche en un futuro post, como parte del meticuloso plan por el que terminaré por dominar el blog convirtiéndolo en una crónica exclusiva de mis vivencias. Después le seguirá internet y, más adelante, todo el plane....Mmmm...Creo que estoy hablando más de la cuenta....
Olvidad eso. Lo que propongo es imaginar una de esas escenas propias del cine más ochentero en las que el viaje del protagonista se ilustraba con una serie de canciones que iban como anillo al dedo. Así que convirtámonos en protagonistas de nuestras “Road Movies” particulares y vayamos al grano:
1. Goin’ Home, Toto. Gran canción que habla, precisamente, de un viaje en carretera. Puro AOR que se adapta como anillo al dedo a mis pretensiones.
2. Cry For Love, David Coverdale. Los grandes villanos siempre tienen suerte, y en este caso, a la némesis de nuestro héroe le salió una gran canción que, en mi cabeza, se adapta perfectamente a un viaje por carretera. No tanto por temática como por ritmo.
3. Be Good To Yourself, Journey. Una canción que habla de cuidar de uno mismo, de dejarse llevar, que es, a fin de cuentas, lo que hace falta para pisar el pedal. La prefiero en la versión de Arnel Pineda que, sin desprestigiar al dios Perry, es mucho más contundente.
4. All We Are, Gotthard. ¿Qué voy a decir de mi canción favorita de esta pedazo de banda? Solo que parece estar hecha para la carretera. Así de simple
Y con esto está todo dicho. Ahora ya sabéis, tratad de veros al frente de vuestro coche, con todo despejado al frente, e imaginad que canciones querríais que se convirtiesen en banda sonora de la libertad personal.
Dios, que cursi me pongo a veces. Si me sale esto solo porque me he comprado un coche, ¿qué saldrá cuando me compre una casa?
¿Ha visto usted a este hombre?
Hace 2 años
1 comentario:
Este post no hace sino reforzar la imagen tuya delante de una olivetti escribiendo y despues tomando un buen puro y una copa de coñac, de todas formas otro post genial (aunque espero que tus planes de conquista se calmen..)De tus canciones siempre tengo que escuchar alguna por primera vez, cosa que siempre esta bien.
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