Dejad que os explique como nacieron esta serie de historietas (porque sí, esto es otra historieta). Cuando empezamos el blog, yo ya tenía en mente que si había alguien idóneo para las críticas cinematográficas ese era Sawwyer. Igualmente, no me imagino a nadie mejor para reseñar conciertos o incluso discos que NvN. Así que retenía las ganas de escribir ese tipo de críticas.
Pero había dos problemas: uno, que no quería entrometerme en el campo de mis compis, que ya lo hacen lo suficientemente bien (aunque todos querríamos que NvN escribiera más) y dos, que no me veo capaz de escribir una crítica ordenada y meticulosa. Yo soy más de dar mi visión de las cosas (como se puede comprobar en esos tochazos infumables que son “Demasiado Tiempo Libre” y “Melodías Desencadenadas”). Así que creé esta peculiar manera de reseñar las mil y una cosas que quiera reseñar. Un cajón desastre sin demasiado sentido pero en el que, porque no decirlo, me gusta adentrarme de vez en cuando.
Y esta vez, continuando con mis aventuras, tendré que especificar que, al final, el terrible monstruo de las oposiciones consiguió vencerme. Que se le va a hacer. No conseguí una plaza fija (cosas de las puntuaciones, no lo entenderíais...que coño, nadie lo entiende).
El caso es que, cuando aun no lo sabía, el mismo día en que eran conocidos los resultados, mis compañeros y yo nos desplazamos a Córdoba para asistir al concierto de Gary Moore, ese dios de la guitarra bluesera. Los nervios atenazaban mis entrañas. El móvil no paraba de sonar una y otra vez con mensajes deseando conocer algo que ni yo mismo sabía. Y no sé si fue mi estado de nervios o que el concierto fue realmente malo, pero lo cierto es que nos aburrimos como ostras.
Gary Moore flipándolo consigo mismo.
El dios Gary quedó por los suelos después de dos horas de blues lento y aburrido (salvo honrosas excepciones como la genial “Still Got The Blues”) que nos hicieron descubrir una gran verdad (válida, al menos, para nosotros): nunca vayas a ver a un guitarrista de blues que se mola a si mismo (y, reconozcámoslo, para ser guitarrista de blues hay que molarse a uno mismo) o te enfrentarás a un tedioso espectáculo de solos de guitarra sin fin. Claro que, a lo mejor, la acumulación de temas lentos tuvo algo que ver. Bueno y quizá el hecho de que llegáramos media hora tarde, lo que se convierte en otra gran verdad: no llegues nunca tarde a un concierto de blues o te costará horrores participar del ambiente.
Así las cosas, lo cierto es que cuando salimos de allí, como si de una especie de premonición se tratase, la noche revestía un hálito ceniciento. De alguna manera, la música de Gary Moore consiguió abrirme los sentidos lo suficiente para saber que no lo había conseguido. Quizá por ello, cuando al día siguiente comprobé la verdad, no resultó una sorpresa.
Aun así, para paliar el sabor a derrota, tras reunirme con mi amada (¡Di hola Isa!), decidimos ir a ver Hancock para comprobar si Sawwyer y la crítica del Rotten Tomatoes tenían razón y era un pestiño de película. Y como diría Thor, el hermano asgardiano de NvN: “Nay, I Say”, lo que viene a ser un enérgico, “¡a eso digo no!”.
El carismático Will Smith caracterizado de Hancock en el cartel de la película.
Vale que no sea una gran película. Pero no creo que nadie se esperara algo así. Para tratarse de la primera película basada en un superhéroe creado exclusivamente para el cine, yo solo pretendía ver una película veraniega, rápida y divertida. Y no me equivoqué. Hancock es una película muy entretenida, de no más de hora y media, y además, muy original.
No voy a contar nada del argumento para no destriparlo, pero Hancock se divide en dos mitades bien diferenciadas: la primera, puramente diversión, con un personaje carismático y divertido; la segunda, en la que nos adentramos en el origen del protagonista y los secundarios. Y esta parte, para mi, es la mejor de ambas. A veces se tiñe con un toque dramático que la hace muy interesante. De cualquier manera, le encuentro un pero: que no haya una espectacular batalla final. Tampoco lo necesita, ya que en la conclusión, Hancock realiza un acto de heroísmo de por si épico y emocionante, pero tratándose de una película de superhéroes no hubiera estado mal un final más espectacular.
Y la última escena, con Hancock elevándose a los cielos acompañado de su águila, me recordó que, pese a las adversidades, siempre hay que remontar el vuelo.
En fin, tengo dos años para prepararme de nuevo a fondo. La nota que saqué me asegura trabajo constante, Y aunque deba peregrinar de una punta a otra de Andalucía. Qué demonios. A un profesor de Geografía e Historia no le viene nada mal hacerse con un conocimiento tan exclusivo de la geografía andaluza.
Y esto es todo amigos...Por ahora.
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2 comentarios:
Yo tambien añadiria no te sientes en el quinto coño (por llegar tarde) o te sera dificil meterte en el concierto, que a veces parecia que estabamos viendo un video.
Jaajajajajajajjaajajajajajajajajajajajaj
Que bahona canihou!!!
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